las noches (sin ti)
Desde que te conozco hay noches que necesito dormir abrazada a la almohada. Lo hacía cuando te creía mío y hoy, tiempo después de haberte perdido, vuelvo a necesitarlo. Es una extraña sensación, pero abrazarla es agradable y reconfortante, porque sé que por mucho que la apriete, por mucho que la humedezca, por muchas vueltas que le dé o por mucho que la maree, no se va a ir de mi lado, no va a huír como hiciste tú, ni siquiera va a protestar, se quedará conmigo toda la noche, y si mañana volviera a necesitarla no dudo de que estará ahí, en el mismo lugar, que no me habrá cambiado por nadie, que no le importará pasar otra noche triste conmigo y que llenará la soledad que dejó tu ausencia. Ahora que lo pienso, no estoy segura de merecer tan grata compañía...